jueves, 6 de enero de 2011

boceto pareja

Me pidieron un boceto de una pareja para un cuadro. Hice esto.

Tres refugios

Concibo la ciudad como hecha en roca viva. Las calles son pasajes excavados y las casas son roca vaciada. La llanura, la pampa, continúa en las azoteas. Las calles entran en la ciudad horadando la tierra, superficialmente en los suburbios, más profundamente en el centro. El verdadero suelo no son las calles sino las azoteas; pero nadie va por allí. Las ciudades se parecen más a los templos orientales tallados en piedra que a una casa construída, levantada, en un terreno. Para llegar a un departamento hay que atravasar pasillos, que no son otra cosa que túneles, largos, oscuros, que cambian de dirección, suben y bajan, sin que se vea nunca el cielo. También hay ascensores, que corren en tubos de piedra sólida. Son como las galerías de las minas. Una vez soñé con ascensores horizontales. Esta concepción de la ciudad puede parecer sombría, pero a mí más bien me da la sensación de protección. La crueldad inocente de la naturaleza no me toca. Como decía un santo refiriéndose a la virtud, “una casa de buena piedra”.

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El departamento está a punto de venderse, o refaccionarse, o alquilarse, no sé. Un amigo generoso me lo cedió por un par de meses, pues justo en este momento no tengo dónde ir. Somos dos almas en tránsito, la casa y yo. La casa, entre un destino y otro, está un tanto arruinada.
No es mi casa, nada me ata, estoy aquí como de viaje, como de vacaciones; pero tampoco es un lugar impersonal como un hotel; por un tiempo será un lugar seguro, estoy solo, con mi llave, puedo dormir en mi guarida sin temor.
Estaba abandonada desde hace algún tiempo; o recién desocupada, me parece. Para instalarse seriamente, haría falta hacerle algunas reformas, un plan a mediano plazo. Pero no tengo la pesada responsabilidad de mantenerla para recibir visitas ni darle mi personalidad a la decoración. Estoy despreocupado. Mis muebles quedaron en algún lado y llevo poco equipaje. Un momento feliz.

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Sueño con casas que continúan.
Entro a mi casa que es una casa normal. Puede ser una casa de una planta pero más a menudo es un departamento. En la última habitación hay una puerta. Debería ser un placard, a lo sumo un baño, pero da a otra casa, diferente, con un living inmenso y varias habitaciones. A veces es lujosa, bien amueblada, a veces está abandonada. Siempre da a nuevas calles o nuevos contrafrentes. Si es un departamento, a veces la puerta da a una escalera y el segundo departamento continúa en un nivel diferente; recorriendo diversos pasillos, los niveles pueden multiplicarse en varias escaleras.
Pero, entiéndase bien, no se trata de un dúplex o de meras puertas comunicando dos departamentos. Las casas se expanden sorpresivamente. La sensación es de plenitud, porque los espacios se multiplican para mi confort, y de seguridad, porque la casa es un refugio generoso y complejo. También está el placer de lo oculto. Y la aventura del descubrimiento.

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miércoles, 5 de enero de 2011

Silencio de los patios

Una milonga medio extraña que compuse en 2007. Chelo y piano grabados por el compositor.



Fundado en baldosas antiguas,

iluminado por la luna.

Con muros de buena piedra

protegido de cualquier amenaza.

Habitado por estrellas, plantas, brisas, gatos, sombras y nubes.

Soy más ese que simplemente está en el silencio de los patios

que el actor diurno ocupado en resolver problemas.

La música como afirmación

Tratar de entender lo que la música está queriendo decir. A riesgo de volverse un poco loquito. Meterse adentro para entender...