lunes, 18 de noviembre de 2019

Puntos de vista, literalmente, en la pintura

¿Por qué si un cuadro tiene cinco metros de altura deberíamos mirarlo desde el nivel del suelo? ¿Porqué los museos importantes no se deciden a poner una tarima que permita mirar los cuadros desde aproximadamente su media altura?

¿Será que el pintor calculó que el cuadro debería ser visto desde abajo? Estimo que, con pocas excepciones, no. Es fácil de verificar: si delante de nuestros ojos vemos un enorme pie y mucho más arriba una carita diminuta, es que el pintor concibió el cuadro para ser mirado de frente y no desde abajo.

Es el caso del papa Gregorio de Rubens que están en Grenoble:

Creo que el pintor quiso que miremos la mano derecha, realizada en escorzo. Entiendo que la mano es el foco de atención y además es aproximadamente el centro físico del cuadro. Es necesario que el espectador esté justo enfrente de la mano. Ahora bien, a la gran altura del cuadro (tiene aproximadamente cinco metros), se suma la dificultad de que está colgado a metro y medio del suelo. La mano queda altísima.











Una solución práctica sería alejarse mucho del cuadro. De lejos, la distancia hasta el arriba y hasta el abajo del cuadro se emparejan. Pero cuanto más lejos, más detalles de pierden. Y aunque se gane en parejitud, nunca se llegará a estar de frente. La tarima sigue resultando la mejor solución.


Además, las tarimas facilitarían la apreciación de los cuadros por los niños, quienes hoy en día se ven obligados a mirar ni siquiera la parte inferior de los cuadros sino ¡apenas los marcos, y desde abajo!








Hablando de ubicaciones posibles, disfruto mucho de los cuadros colgados en los descansos de las escaleras, como en Bellas Artes de Buenos Aires. En esta ubicación, el cuadro puede verse, mirando desde el primer piso, desde arriba; mirando desde la planta baja, desde abajo; y mirando desde el descanso, de muy cerca. Así está expuesta también la Victoria de Samotracia en el Louvre, con muy buen efecto.

Como decímos más arriba, hay algunas pocas obras que sí fueron hechas para mirar desde cierto punto de vista. La siguiente escultura medieval, que está en el museo de Toulouse, fue hecha, precisamente, para ser vista desde abajo.
Aquí la obra vista desde abajo:


Los cuerpos y las caras de las mujeres son proporcionados. Miran hacia su adelante, hacia el horizonte. Enfrentamos la mirada del monstruo y del cordero. El peso de los animales descansa sobre el regazo de las mujeres.









Aquí la obra vista de frente:


Figuras alargadas con ojos que miran al vacío. Brazos curvos y cortos. Los mantos están desprendidos de las cabezas. Los amimales tienen las patas y el hocico larguísmos y miran hacia el piso, con la mirada perdida igual que las mujeres. Parecen suspendidos en el aire porque no tienen apoyo.
Es evidente que el conjunto fue creado para poner en lo alto de un muro. Y el escultor sabía muy bien cómo hacer una obra para ser vista desde abajo.
Curiosamente, la obra está expuesta a baja altura. El espectador que no tenga la curiosidad de tirarse al suelo pensará que los escultores medievales eran estúpidos, primitivos o surrealistas.





Si la mayoría de los cuadros están hechos para ser mirados desde su centro o desde abajo, hay el curioso caso de una obra de Louise-Marie Baader, también en Grenoble, que exige ser mirada desde la izquierda:





El reflejo de la luna en el agua tiene sentido si el espectador se para a la izquierda. Si uno se para en el medio, el reflejo es imposible. O, peor, inverosímil. ¿Quiso el pintor que el espectador se sintiera espiando a los amantes desde un costado?





Cada obra nace con un punto de vista. El espectador debe buscarlo. Debe jugar a buscalo. Y encontrarlo, y perderlo, y equivocarse, y volver a empezar.
Y el curador del museo debería facilitar la tarea. Pero no.

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Tratar de entender lo que la música está queriendo decir. A riesgo de volverse un poco loquito. Meterse adentro para entender...