Salgo del subte en la estación Once.
Subo por la primera escalera que veo. Busco la salida de la estación,
pero no encuentro los molinetes. Camino. Hay muchos pasillos y
escaleras en todas direcciones. Izquierda, derecha, arriba, abajo. Cruzo un pasillo que es un puente de hierro -todo subterráneo, se entiende- desde donde se ve una playa de
maniobra con muchos carriles y andenes. Pero no
encuentro la salida. Miro los carteles, pregunto a la gente que pasa,
pero nadie sabe explicarme. Llego a un gran hall estilo art déco.
Del hall sale una amplia escalera central que llega a un descanso y
después se bifurca. Subo por el tramo de la izquierda, seguro de que
es la salida. Como la escalera es abierta, puedo ver el hall desde
arriba, es majestuoso. Sigo subiendo. Encuentro una ventana. Miro hacia afuera,
para tratar de ubicarme, y veo la plaza Once, bien desde arriba. Me
doy cuenta de que me había pasado en mi ascensión. Mucho. Me pongo a conversar con
gente que encuentro, en verdad nadie está interesado en encontrar la
salida. Una chica empieza a coquetear conmigo. La ignoro, para
concentrarme en buscar el nivel de la calle. Al bajar descubro que,
sin darme cuenta, había subido hasta allí por una escalera circular, casi una
escalera caracol. Estaba en una torre. Por eso había llegado tan
alto. Sigo descendiendo buscando la salida. Despierto.
La ilustración es de Gustav Doré y no tiene que ver estrictamente con el sueño.
Plano de una escalera bifurcada.
https://www.houseplanshelper.com/types-of-stairs.html